SOBRE EL INFIERNO DE VILLARRUBE

agosto 30, 2010

PIDIENDO EL DIVORCIO A LA GUARDIA CIVIL

En 1983, creo, se puso en marcha la ley del divorcio de la mano de aquel superministro llamado Pacordóñez, que era super porque también toqueteó la ley de la renta y que por cierto tenía una casa en Santa Pola, dicen que al borde del mar y con fama de intocable, ni por la ley de costas, ni por sus ejecutores ni por el Sumsum Corda. En aquel entonces un servidor se estaba iniciando en la profesión de abogado y casualmente llegó al despacho una carta manuscrita.  La había remitido al Comandante de Puesto de la Guardia Civil una anciana que con la nueva ley había visto el cielo abierto y deseaba ardientemente divorciarse. Viendo en la Guardia Civil la Autoridad por excelencia, remitía al cuartelillo un memorial de los agravios sufridos en toda una vida de matrimonio y le pedía el divorcio al cabo de guardia.

FRANCISCO FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ

 Candoroso pero significativo error de la anciana, que debía haberse dirigido al Juez de Primera Instancia y no a la Benemérita. Pues bien, en Villarrube, en Coruña, un inocente jubilado presenta su documento privado de venta de un terreno ante el Registro de la Propiedad con la esperanza de que quede debidamente registrado y el terreno que compró y pagó, asegurado frente a terceros. El jubilado obtiene en la copia del contrato un sello con el que, por error, se siente perfectamente a salvo de atracos y usurpaciones. Error comparable al de la anciana, porque ni en los mejores sueños puede esperarse que un documento privado pueda quedar inscrito en el Registro de la Propiedad. No funciona así. El problema es que el Registrador no rechazó la petición de inscripción ni se molestó en informar al jubilado de su error y durante todos estos años el interesado ha estado convencido de que gozaba de la protección del Registro sin que fuera cierto.

LA PROPIEDAD, EL REGISTRO Y LA LEY DE COSTAS

Esto viene a cuento de que para acceder a la concesión de la Disposición Transitoria primera, apartado primero, de la ley de costas es preciso acreditar que antes del deslinde ya eras propietario, y resulta que la ley y la práctica nos han acostumbrado a que tal cosa se haga mediante la inscripción de la propiedad en el Registro de la idem. Claro está que esto proporciona una certeza jurídica indiscutible, pero la inscripción no es más que un medio de prueba privilegiado, sin perjuicio de otros. Más fácil: Lo que importa es que de verdad seas dueño, los papeles son sólo medios de prueba, Y en muchas partes nos encontramos con propiedades de las que nadie duda y que todos respetan, desde los vecinos y demás terceros hasta el que nos cobra el IBI, pero que de pronto no son nada.

Cierto que el papel es muy socorrido, y que ahora mismo nos ponemos a redactar documentos de propiedad a diestro y siniestro de lo que nos venga en gana, incluyendo la Cibeles y el Museo Británico. Cierto también que el Código Civil establece que lo pactado en documento privado no causa efecto frente a terceros. Pero cierto también que hay muchos espacios de esta España tan sufrida en los que existen aún inmensas bolsas de propiedad inmobiliaria no inscrita. De hecho, muchos saben que determinados tiparracos viven de cine a costa de los incautos que mantienen la tierra sin escriturar, muchos de los cuales (o sus padres) igual compraron mediante el castizo procedimiento del apretón de manos. Los tiparracos en cuestión acuden al procedimiento del artículo 205 de la Ley Hipotecaria (que incluye la publicación de unos edictos que nadie lee, por ver si aparece alguien con mejor derecho) y en un pestañeo inscriben a su favor lo que es de otros, y en concreto de personas tan honradas como poco versadas en papeleo.  

Quienes se olvidaron de inscribir su propiedad en el Registro pueden tener problemas a la hora de hacer valer sus derechos ante Medio Ambiente en orden a obtener la ya famosa concesión de la Disposición Transitoria primera, apartado primero, de la ley de costas. Las bolsas donde esto sucede están localizadas especialmente en Canarias y Galicia, cuyos afectados por la ley de costas se las pueden ver canutas a la hora de plantarle cara a ya sabéis quien.

Yo no soy precisamente  partidario del robo. De hecho, me irrita. Si alguien construye ilegalmente dentro del dominio público, está robando. Me da igual que sea pobre o rico. Está robando y nos está robando a todos. En esta lucha se ha metido gente de muchas clases y no todos son víctimas, algunos son verdugos. Quiere esto decir que han construido dentro del dominio público cuando ya había una línea puesta y a continuación se quejan de los abusos del Estado. No sé, a lo mejor cuando lo que tienes es un simple documento privado los señores de Costas creen que te lo has inventado y que también has robado. Yo creo que incluso quienes no tienen un documento público inscrito en el Registro pero están poseyendo la tierra y viviendo en su casa, son propietarios contantes y sonantes, incluso aunque ahora nos empeñemos en que la propiedad no inscrita no vale. Es un error aplicar las circunstancias socioeconómicas de hoy (cuando es casi inimaginable que se venda o se compre una propiedad inmobiliaria en documento privado) al pasado (cuando eso era normal). Y eso es lo que estamos haciendo al exigir que la propiedad estuviera inscrita en tiempos no actuales, sino pasados.

Es forzoso reconocer que el problema es serio y que ni siquiera es nuevo. Ahora que todos los paletos se empeñan en que sus viviendas en el dominio público son legales por el mero hecho de ser anteriores a la vigente ley de costas (aunque ya estuvieran dentro del deslinde de la ley anterior), no está de más recordar que ya la ley de costas de 1969 se puso tonta cuando salvaba los derechos de los titulares del artículo 34 de la Ley Hipotecaria, cosa que no sólo no entiendo yo, sino que tampoco entendían los mismos ingenieros de Costas. El artículo 34 define lo que se llama el tercero hipotecario, aquél que adquiere a título oneroso (es decir, pagando), de quien aparece como titular en el Registro. Empecé a darme mamporros con la antigua ley cuando llevé el asunto de una familia que había heredado de sus padres, con la mala sombra de que no habían adquirido a título oneroso y no eran terceros hipotecarios. Tonto e inesperado: El dominio público prevalecía frente al título inscrito de esta familia, porque habían heredado, pero no habría sido así en caso de que la finca la hubieran comprado.

Decía que ni los ingenieros lo entendían porque, de forma que me parece limpia y coherente, durante todos aquellos años, las órdenes aprobatorias de los deslindes limitaban las facultades del Estado no sólo frente al tercero hipotecario, sino frente a todos los titulares inscritos. Ellos mismos redactaban el texto diciendo que el Estado se abstendría de actos de posesión sobre fincas amparadas por el artículo 38 de la Ley Hipotecaria (que ampara a todos los titulares inscritos) en lugar de limitar la abstención, como exigía la ley, a los titulares del artículo 34 (lo que dejaba fuera a los herederos). Si alguien cree que el único ingeniero de costas bueno es el ingeniero de costas muerto, está muy confundido. Estos tipos también han sabido conducirse con dulzura y rectitud, y aún hay muchos, aunque no lo parezca, capaces de distinguir lo bueno de lo malo.

Pero en fin, todo esto quiere decir que la cosa es seria y que quienes no tienen inscrito deben sudar tinta si no quieren ver cómo las máquinas le chafan la casa. Esto, sin embargo, no significa que no puedan acreditar y demostrar su derecho, pero la explicación de cómo se hace eso nos llevaría a una clase universitaria y aún hace demasiado calor para eso.

HOLOCAUSTO EN VULLARRUBE

En las inmediaciones de la playa de Villarrube había más de cuarenta casas, la mayoría segundas residencias pero en muchos casos los vecinos pasaban allí la mayor parte del año. Hay un ciudadano e hijo de Dios llamado Rafael Eimil, a quien la fortuna había puesto de Jefe de Costas de la Coruña. Nada más tomar posesión de su cargo, en diciembre de 2005, antes de las siete de la mañana, entró en el caserío acompañado por varios funcionarios, escoltado por más de cuarenta guardia civiles y apoyado por un buen número de obreros de la simpar empresa TRAGSATEC, que como sabéis es la que le hace le trabajo sucio al gobierno y vale lo mismo para un roto (derribos, claro) que para un descosido (poner la línea donde le gusta al Director General).

EIMIL Y SUS HUESTES

 Estos obreros empuñaban poderosos mazos de hierro y pilotaban maquinaria pesada de destrucción. Eimil, que nació de mujer y mamó la teta de su madre como todo Cristo, que debió ser educado en el bien y la justicia y que supongo que tomó la primera comunión a su debido tiempo, actuó como si no hubiera hecho nada de eso ordenando a los obreros que dañaran cada casa en la primera jornada, abriendo boquetes en las paredes para que ninguna que quedara incólume pudiera salvarse mediante algún artificio legal. Y así fue: La caballería daba viajes a los muros con las máquinas de destrucción masiva y acto seguido la infantería atizaba a los tabiques con los mazos.

NO HACE FALTA PIE DE FOTO

No tenía autorización judicial para hacer lo que hizo. Sí sí, no estoy rayado. No tenía autorización judicial y por tanto no podía hacer todo aquello. No podía estar allí sellando la vida de aquellas familias con la desgracia.  No podía tumbar aquellas casas. De hecho, había solicitado permiso al juez, pero como lo suyo no es la cultura legal, se había equivocado de juzgado, y la orden no llegó. Pero le dio igual. Cerró el acceso a la zona para que nadie pudiera entrar ni salir. Se presentó de madrugada, como hacen los zorros para robar gallinas, a fin de sorprender la buena fe de aquellos ciudadanos que dormían en sus casas debidamente amparados no sólo por sus techos, sino también por la Constitución. No dio preaviso, no fuera a ser que los periodistas estuvieran al tanto y se personaran allí como testigos. Fue una operación militar tipo tormenta del desierto sin desierto y sin tormenta pero con mucho dolor.

HABÍA QUE HACER DAÑO A CADA CASA EL PRIMER DÍA

Y los guardias civiles por allí, intimidando sólo con su presencia, en lugar de proteger a los indefensos, que para eso les pagan. Seguramente los habían llamado para hacer un servicio, sin más, y sobre todo sin advertirles que se trataba de un servicio ilegítimo y contrario a la Constitución, que deshonraba el uniforme y a  ellos mismos. Algo así debió sucederles a los números que tomaron el Congreso de los diputados en febrero de 1991. “Todo por la Patria”, dice el cartel. Pero ese día la patria no era un tío calvo ordenando ruindades, sino los conciudadanos cuyo único delito había sido comprar y pagar una casa y vivir en paz con sus vecinos.

GUARDIA CIVIL PROTEGIENDO A EIMIL (EN LUGAR DE DETENERLO)

  Es fascinante el proceso que conduce a una persona a transformarse en eso, saber en qué momento y por qué vías puedes pasar de ser un angelito que va al cole todos los días a ser capaz de perder el respeto a todo lo que es respetable, incluyendo a ti mismo.

 Una vecina salió en camisón  a la puerta de su casa. Tuvo la osadía de pedirle al tipo ese la autorización judicial. Le contestó que la traería el lunes (tomen nota de que estamos en viernes y el fin de semana los abogados no están). No lo hizo, puesto que ni la tenía ni la tuvo nunca. La mujer y su marido aguantaron el holocausto durante un mes, se mantuvieron en su casa durante ese largo mes en el que los obreros de Tragsatec le hacían el trabajo sucio al gobierno machacando las casitas con sus mazos y su maquinaria pesada. Pero ni el alma ni el cuerpo humano son indiferentes a la humillación. El, Santiago, sufrió una trombosis y hubo que ir al hospital a ingresarlo. El caballero Eimil, muy leal y muy noble, se aprovechó para hincarle el diente (no, perdón, el colmiillo) a la vivienda y reducirla a escoria.

JUECES, CONSTITUCIÓN Y POLÍTICOS

 Los vecinos se lanzaron con ímpetu al juzgado de instrucción (creen que en España hay juzgados). El primer juez imputó al señor por un delito, pero fue sustituido por una Su Señoría a la que se le ocurrió archivar el asunto diciendo que sólo había tres casos en los que los vecinos no habían autorizado la entrada, y como no se podía saber qué casos eran, que nada, que sobreseimiento y todos a casa (bueno, es un decir). El abogado recurrió preguntándose en voz alta por qué el acusado había tenido que abrir boquetes en cada casa si, como pretendían el y la jueza, los vecinos habían autorizado la entrada (verbalmente, claro). La Audiencia Provincial, muy amablemente,  confirmó el auto de archivo, lo que confirma también que los altos funcionarios como este señor son o parecen impunes. Confirma también que la justicia huele a cloaca.

LA CONSTITUCIÓN TE AMPARA (ESO DICEN)

 Ved cómo brindan todos los pillastres el día de la Constitución. Ved cómo tragan cava y mastican canapés a dos carrillos para celebrar cada año la carta de derechos. Ved cómo pronuncian discursos para idiotas que incluyen reflexiones sobre garantías, derechos y otros mitos por no decir supersticiones. Es preciso que cada uno de nosotros abra los ojos y vea lo que es en realidad la sociedad en la que estamos viviendo. Vivir en este régimen es mejor, claro está, que vivir entre fusilamientos sumarios. Que me dejen escribir este blog es mejor que entrar en la cárcel por ello. Pero esto no es lo que dicen que es. Con Franco había mucha, muchísima gente que vivía bien y en paz. Eran los que no se metían en problemas ni se cuestionaban nada. Ahora sucede igual. Si tienes la suerte de que el Estado no te pisotee, enhorabuena. Disfruta de esta cosa a la que por algún motivo que no entiendo llaman democracia. Pero como la mala fortuna te venga a ver, no hay derechos que valgan. Y como discrepes estás listo. Vale la escenografía tonta, claro: No estoy de acuerdo con el PP porque soy de izquierdas o con el PSOE porque soy de derechas. Esto forma parte del engaño para que creamos que puedes discrepar. Pero como te des cuenta de que son todos lo mismo y se te ocurra discrepar con el sistema, como se te ocurra decir que el Defensor del Pueblo es una marioneta trágica o coincidas con las opiniones de Pedro Pacheco sobre la justicia, prepárate.

¿Es un análisis extremo? Puede ser. De hecho, la Constitución si podría haber servido, después de todo, a los infelices de Villarrube. Esto ya no está a su alcance, pero doy este consejo a quienes puedan verse en el futuro en una situación parecida. Al escribir esto me cuesta imaginar que sea realmente posible una situación futura de ese estilo, un tío derribando casas sin autorización judicial, pero sigue siendo posible puesto que vivimos en España. Si algún funcionario intenta hacer algo así con vosotros, no salgáis de casa. El artículo 18 de la Constitución protege el domicilio y sigue siendo cierto lo que tantas veces he escrito, que los derechos o se ejercen o se atrofian, lo mismo que sucede a los músculos. En febrero el Ayuntamiento de Candelaria, bien aleccionado por la Demarcación de Costas de Tenerife, ordenó el desalojo de las viviendas de Bajo la Cuesta porque decían que podría haber desprendimientos de piedras procedentes del acantilado. El tema era delicado, porque habían muerto dos señoras en Los Gigantes poco tiempo antes, pero a los vecinos que no quisieran marcharse les aconsejé que se negaran a salir de sus casas simplemente porque nadie podía sacarlos sin una orden del juez. El jefe de la policía, muy orgulloso, los denunció en el juzgado de guardia por desacato ¡Por Diossss…! Es la primera vez que ejercer un derecho constitucional se considera delito. Pero todo salió bien, el acantilado no se va a caer y a ellos nadie ha conseguido expulsarlos de sus casas porque sabían en todo momento lo que tenían que hacer.

EN LAS OFICINAS DEL IMPERIO

Y ahora la gran pregunta ¿Quién tenía razón, Eimil o los vecinos? Vamos a dejar al margen que hubiera o no autorización judicial. La cosa es si esa autorización, que nunca llegó, se habría otorgado en caso de haberse pedido correctamente. El otro día yo aún no tenía la respuesta a esa pregunta. Cabía, pues, la posibilidad de que el Sr. Eimil hubiera hecho casi lo correcto, si exceptuamos el detalle nimio de la autorización del juez.

Cuando se aprueba un deslinde que declara demaniales ciertos terrenos, las instalaciones existentes en ellos o se dan en concesión o se derriban, de manera que para saber si el derribo era procedente, era preciso saber si los afectados tenían o no derecho a la concesión. Para que la respuesta sea positiva se requieren dos condiciones: Que los terrenos estén situados entre la antigua y la nueva delimitación del dominio público (condición que cumplían) y que puedan demostrar una propiedad preexistente al deslinde (cosa que cumplíanla mayoría, que tenían sus títulos inscritos).

Para no hablar de oídas, me marché a la Jefatura Provincial de Costas de La Coruña junto con Inés, la persona que no está dispuesta a que cunda el desánimo, y Kiko, su marido. Tenía que examinar los expedientes de recuperación posesoria, a fin de saber el cómo y el por qué. Como es de rigor teníamos miedo de que no fuera posible. Un amable funcionario o una amable funcionaria nos harían saber que no encontraban los expedientes, que el encargado no estaba, que el jefe lo tenía que autorizar, o simplemente que no, como le habían dicho a Inés, según aseguraba, todas y cada una de los veces que había tratado de ver documentación de los expedientes que afectaban a su familia y a los demás vecinos

DEMARCACIÓN DE COSTAS DE CORUÑA

Pero hubo suerte y ni tosieron. Bajo la atentísima mirada de la funcionaria, que por si acaso no se separaba un palmo de los expedientes, miré uno por uno y flipé en colores porque en todos los casos la Demarcación de Costas decía que los inmuebles no estaban inscritos en el Registro de la Propiedad y que éste era el motivo fundamental del derribo.

¿Cómo entender una cosa así, cuando un buen número de los inmuebles sí estaban inscritos? Bueno… no sé. En realidad no decían en qué Registro de la Propiedad habían estado buscando. Puede que fuera en el de Corea del Norte y eso lo explica todo.

 Pues fíjate qué papeleta, con todas las viviendas derribadas hace cinco años, y ver ahora que había un error de bulto. Y saber que se podía haber evitado.

HACIA LA JUSTICIA FINAL

Ahora sólo cabe reclamar las concesiones. Los vecinos ya las habían solicitado hace tiempo, pero los señores de Costas no se molestan en resolver. Para qué, si ya está todo tirado y machacado. Sí, es cierto que la ley les obliga a responder, pero nos podemos figurar lo que le importa eso a ellos, cuando se atreven a derribar sin autorización del juez. Digo yo que estarán esperando a ver si los vecinos se amargan, se aburren y se resignan. Sí, resignación. Y sumisión. Esto es lo que exige el poder. De hecho, de los cuarenta y tantos que estaban en la lucha sólo quedan diez u once. Pero con Inés van dados. Inés va en silla de ruedas, pero esto no le impide acceder a todos los despachos y explicar las cosas muy claro. Debe ser que la fuerza de las piernas se le ha pasado al cerebro y sobre todo al corazón.

INÉS Y KIKO EN LA DEMARCACIÓN DE COSTAS

La madre de Inés es la dama que desafió a Eimil pidiéndole la autorización judicial. Es una heroína del pueblo, algo así como aquella ciudadana plantada delante de un carro de combate en la plaza de Tiananmen. En estos cinco años nunca ha vuelto al lugar. Cuando pasa con el coche por la carretera cercana, se niega a mirar allí. Ni siquiera consiente en hablar del tema. Necesita protegerse.

Era imposible arrancar una declaración de los vecinos sin que rompieran a llorar. Están heridos de por vida. Les han quitado mucho más que unos ladrillos. Como sucede en otros vecindarios afectados, la convivencia entre ellos era ejemplar. Nada que ver con los modos de vida modernos. Eran todos una familia. El progreso, que no admite ya esas cosas, les ha pasado por encima bien a conciencia para crear una sociedad según los nuevos modos, donde nadie conoce a nadie y a nadie le importa un pito nadie, pero donde tenemos mucho cuidado de esa duna de ahí.

LA VIDA ANTES DE LOS DERRIBOS

Mis objetivos son de ciencia ficción. Si consigo la concesión, esto llevará implícito el reconocimiento de que los derribos estaban mal hechos. Entonces reclamaré la reconstrucción de las viviendas.

Pero ¿sabéis qué? Tal como me pintan la vida que llevaban allí, dudo mucho que ese futuro posible éxito de ciencia ficción les sirva de algo ¿Qué hacen diez vecinos dispersos en medio del bosque, donde antes había cuarenta y tantas familias? ¿Qué pintarán ahí esos hombres y mujeres, muchos de ellos ya ancianos? ¿Qué días melancólicos y solitarios vivirán entre recuerdos?

Lo que se ha roto está roto en el corazón. Los ladrillos y pedruscos no son nada. Se hacen y se deshacen en horas. Lo que se muere en el alma no hay juez que pueda resucitarlo. Estas personas no luchan ya por lo material, Luchan por la justicia. Luchan por leer un día en una sentencia, por fin, que ellos tenían razón y que Rafael Eimil estaba equivocado y que lo que hizo estaba mal. Luchan porque los educaron en la rectitud y les enseñaron que hay algo llamado justicia que no es una idea, sino un sentimiento y una necesidad. Luchan porque necesitan impedir que todos los valores en los que han creído desde niños se hagan definitivamente añicos. Se niegan a vivir en una sociedad sometida a los tiranos. Son demasiado mayores para darse cuenta ahora de que sse han convertido en esclavos.

Todos tenemos la obligación de luchar y de ejercer los derechos. Por nosotros y por los demás. Por el momento presente y por el futuro. Cada vez que le plantamos cara, el monstruo de siete cabezas retrocede. Y de esa manera estamos protegiendo a otros que ni siquiera conocemos. Es así como se forjan los lazos de la auténtica convivencia.

José Ortega

Abogado 

9 respuestas to “SOBRE EL INFIERNO DE VILLARRUBE”

  1. Nerjeño said

    Me he leido el comentario como si fuera una novela corta. Vivir, aunque solo sea con la imaginaciòn, lo que en el mismo se describe, pone los pelos de punta, y nos traslada a otra dimensión. La de la selva africana.
    Ojalá esta sea la excepción a esa concisa definición de la Justicia acuñada hace años por el inefable ex-alcalde jerezano Pedro Pacheco.

    P.D. Una única corrección anecdótica : La ley del Divorcio de Paco Fernandez Ordoñez no es de l983 si no que fué aprobada el 7-7-1981. No es que yo sea una lumbrera; es que tengo especiales razones para recordarla.

  2. Ramón said

    Felicidades. Creo que es un escrito atinado y que su lectura te hace revolverte contra este sistema nacio-socio-facista, cuya similitud con el nazi de los años 30 es grande en muchos aspectos.
    Y su lectura es más necesaria en estos días, cuando los virreyes de costas gustan decir que son más los que los respaldan a ellos, en silencio, que los que están en contra, pero que no se les oye porque no escriben.
    Y como por encanto, han empezado a aparecer escritos en blogs y en periódicos respaldando los caprichos de los «canco-burrancos» de la administración de costas.
    Las campanas tañen ahora por los que sufren bajo la bota de los nuevos gestapos de Costas, pero mañana doblarán por otro colectivo bajo la mismas o similares botas.
    Lo que no se si alguna vez llegaran a doblar las campanas por estos figurantes de negro interior, aunque se disfracen, como en este caso con chaqueta roja.

  3. ines said

    Enhorabuena.La verdad que me estremezco ante este suceso,lo cuentas con tanta humanidad, que con cada palabra sale una lagrima de mis ojos,no he dejado de llorar desde principio al fin del escrito y esperemos que termine con un final feliz porque se lo merecen esos vecinos y aunque queden pocos,si les dan la concesion,algo a lo que tienen derecho,podran levantarlo y convertir ese bosque, en el paraiso que era antes del 30 de noviembre de 2005,aunque sean 10 familias tienen la fuerza necesaria como si fueran 300.Ojala tu objetivo no sea ciencia ficcion y obtengas el exito total.Lo mereces tu y esas familias que lucharon,luchan y seguiran luchando por lo que les pertenece.Ahora si que se encuentran solitarios y viven del recuerdo,un recuerdo que esperamos deje de ser recuerdo y se convierta en realidad. un saludo

  4. Jose Luis Gomez said

    Gracias por este blog. No podemos mirar a otro lado cuando vemos este tipo de cosas pasar cada día. Cada uno desde su posición personal y profesional, todos podemos hacer algo para que estos abusos no resulten naturales, porque entonces estaremos dándole naturalidad y humanidad a lo más horroroso que puede haber: el desprecio y la ingorancia ante el sufrimiento del prójimo. Aunque sea poniendo el grito en el cielo, o desde el despacho de cada abogado honrado, o la tarima de las clases de cada profesor inteligente y sensible, o desde el mostrador de cualquier tienda de un comerciante y preocupado por sus vecinos y por él mismo. No estemos impasibles, atontados, insensibles. Gracias por tu grano de arena.

  5. javier jove said

    hola y felicidades por el blog.Yo no se mucho de política,leyes etc…pero puedo hablar en primera persona, porque yo me he criado en esa playa, en mi caseta. Tenía un pozo una cueva, un huerto etc… eso si no había luz, ni teléfono y al principio el agua la quitabamos del pozo pero me gustaba mucho estar allí de hecho mi madre me amenazaba con castigarme en ferrol y no ir en verano a villarrube y yo ya me echaba a llorar. Ahi tuve mi pandilla mis amigos con los que ibamos a la playa a jugar hasta restauramos un bote viejo entre todos jaja os acordais del bote verdad al final nos quedo muy bonito pero murió igual que murieron nuestras casas y ahora lo unico que me queda de ahi son fotos de mis mejores años y muchos muchos recuerdos.
    Estuve en esa playa desde que nací hasta los 24 años hoy tengo treinta y uno, y un hijo el cual gracias a ese edil hoy en dia no puede disfrutar lo que disfruté yo de ese lugar.
    Esta es una pequeña historia como otras muchas pero a mi me importa.

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