UNA OPINIÓN CRÍTICA SOBRE LA COMISIÓN DE PETICIONES DEL PARLAMENTO EUROPEO
marzo 24, 2013
@abogadodelmar
Como muchos sabéis, hace un tiempo la senadora del PP Letizia Díaz me pidió ayuda para redactar una reforma de la Disposición Transitoria Segunda de la ley de costas. Me sentí honrado, le presté la ayuda que me pedía y todos felices.
Este verano, otra diputada del PP, María Rosa de Haro Brito, me comentó que quería hablar conmigo sobre la reforma de la ley de costas emprendida por el Gobierno, pero sus ocupaciones no permitieron que la entrevista se produjera hasta hace aproximadamente dos semanas, cuando tuvo la amabilidad de venir a verme a Valencia para buscar un poco de claridad en cuanto al texto, a los problemas de los afectados y a la forma en el que el primero pudiera servir de modo efectivo para aliviar lo segundo. Nada más empezar la reunión me advirtió que no se trataba de un encuentro político sino de una sesión de trabajo, con lo que no hizo más que leerme el pensamiento y la intención. Y así pasamos tres horas y media en una sesión muy interesante de preguntas y respuestas de la que se marchó con unas cuantas ideas para desarrollar.
La actitud de ambas Senadoras me pareció a la par honesta y profesional. Díaz procede creo que de Santander, donde la disposición transitoria que pretendía modificar resulta particularmente lesiva para los titulares de espacios de marismas desecadas dados en concesión hace muchísimo tiempo. Brito es de la isla de La Palma y busca hacer lo posible por ayudar a los canarios. En ambos casos me pareció que su actitud era la que debe tener un político: Se preocupaban por sus paisanos y votantes.
Digo más: Díaz es Abogado del Estado, Brito es Abogado. Que incluso con su cualificación profesional vengan a consultarme es bastante expresivo en cuanto a su actitud nada arrogante y en cuanto a la sinceridad de su búsqueda de soluciones. Esto, claro está, no es un peloteo a su partido, sino un reconocimiento de que estas dos Senadoras, en lo que he visto y a título individual, adoptaron lo que considero una actitud modelo.
Por descontado que para mí fue un honor inmerecido recibir estas consultas, que me sentí honrado de servir con ellas al bien común y que me mantengo a disposición de todo el que me pudiera necesitar para este tipo de cuestiones.
Cuento todo esto no para sacar pecho, sino para ilustrar un poco mejor mi punto de vista sobre la reciente visita a Madrid de una comisión de eurodiputados dispuestos a mirar con lupa lo que está haciendo el Parlamento de España con la reforma de la ley de costas. A la reunión del pasado día 21 de marzo no asistí por motivos personales, pero debo decir que no me despertaba entusiasmo. Han pasado muchas cosas desde aquel día 26 de marzo de 2009 el Parlamento Europeo dio la razón a la queja que presenté en nombre de la Plataforma Nacional de afectados por la Ley de Costas y declaró que España estaba aplicando la ley con abuso y todo eso que ya se sabe.
Lo que a mi juicio ha sucedido es un proceso doble:
-Que a la Plataforma, como era de esperar y con todo el derecho, se sumaron muchos otros peticionarios para formular sus propias quejas ante la Comisión de Peticiones.
-Que ésta última en apariencia no hizo nada parecido a controlar la calidad de las peticiones que les llegaban. Es decir, que no tiene ni la menor idea de si los peticionarios tienen razón y cada petición es justa y digna de defensa.
Quiero aclarar, como ya he hecho a menudo, que como Abogado puedo defender y defiendo todos los casos que me entran, tengan más o menos razón, pero que la Plataforma no admite en su seno a quienes han robado el dominio público. A mí también pueden engañarme, desde luego, pero es más difícil que engañar a David Löwe, el Secretario de la Comisión de Peticiones, y mucho más fácil que engañar a su Presidenta y miembros.
Entiendo, desde luego, que la Comisión de Peticiones no es un tribunal, ni su misión consiste en decidir quién tiene razón. Pero con su total y absoluta inexistencia de controles, cualquiera podría formular una queja para reclamar la propiedad no de la plaza de la Cibeles, que es demasiado conocida, pero sí quizá del monasterio de san Juan de la Peña, que seguro que estos señores no saben lo que es. Creo que si mañana presento una solicitud de ese estilo, se admitirá a trámite y quizá me citen para hablar de ella, lo mismo que unos expertos en seguridad metieron una falsa bomba en el palacio de la Reina de Inglaterra, otro sujeto se metió intencionadamente con una pistola en la boda de Felipe y Letizia y así sucesivamente. Todo lo que querían estos terroristas de broma era demostrar que los filtros no funcionaban. Lo que demostraría yo es que no hay filtros.
La sobreabundancia de peticionarios dio lugar ya en debate de marzo de 2010 a determinadas situaciones de bodeville con motivo de los alegatos de determinados peticionarios que según mis noticias no eran más que usurpadores del dominio público, y con motivo también de los términos favorables en los que sus posiciones eran respaldadas por señores despistados y engañados como Willy Meyer y algún otro.
Cuando se aproximaba la reunión del día 21 me iba pareciendo que la cosa iba a consistir en un intercambio entre unos que no saben nada, como son los eurodiputados y otros que lo ignoran casi todo, como son los peticionarios. Tengamos en cuenta que esa reunión no estaba ya dedicada al análisis de las peticiones (sobre las que cada peticionario evidentemente, sabe) sino de algo mucho más complicado y difícil de entender, como es un proyecto de ley. Los legos en derecho también pueden, en efecto, opinar sobre ello, nada lo impide. Pero es difícil que su opinión sea cualificada y aporte algo útil.
De modo que el acto estaba bien y era estupendo como gesto político, pero amenazaba con dar poco resultado, como parece que así fue. Advierto que me puedo equivocar y desde luego no es mi intención elaborar juicios, en especial cuando no estuve presente, pero las noticias que tengo confirman mis impresiones previas de lo que podía pasar: Los eurodiputados preguntaron a los peticionarios en qué afectaba el proyecto de ley a sus quejas y éstos se limitaron a responder con el mismo mantra plano ya conocido desde hace años de que la ley sigue siendo retroactiva y arbitraria. Y esto es lo que estaba a su alcance. Y esto es lo que estaba a su alcance porque, como legos en derecho, no saben.
Voy a poner un ejemplo para hacerme entender. Es totalmente imposible la comprensión de la reforma de la disposición transitoria primera, apartados segundo y tercero de la ley de costas sin estar familiarizado con el concepto del tercero hipotecario y sin ser consciente de las diferencias entre los artículos 34 y 38 de la ley hipotecaria y conocer la antigua ley de costas de 1969, donde ya se introdujo por primera vez una condición referida el tercero hipotecario. Esto, lo lamento, no está al alcance de cualquiera. Querer no es poder y el diálogo entre los que no saben y los que no entienden no puede conducir a ninguna luz.
Reconozco que estoy sembrado de dudas ante el papel que está haciendo la Comisión de Peticiones desde la primavera de 2009 hasta aquí. Reconozco también que tengo la tentación de considerar ese papel como una pantomima ajena a la alta responsabilidad del Parlamento Europeo y de sus miembros. De la misma forma que escribí varias veces en el pasado que desde el punto de vista de los afectados no se podía resolver este problema sin inteligencia, digo ahora que sin esa misma inteligencia, sin análisis y sin un conocimiento elaborado del texto del proyecto de ley, los eurodiputados no van a hacer absolutamente nada más que pasear la manta, gastar dietas, salir en fotos y seguir sin enterarse de nada o enterándose de poco.
José Ortega
Abogado abogadodelmar@gmail.com
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